Concebimos al hombre y a la mujer como un ser trascendente y singular. Creemos en la dignidad del trabajo y la libertad para su ejercicio, y que como tal debe ser respetado.
Creemos en la familia como núcleo natural y principal en el que reside la educación de los hijos.
Familia y escuela comparten el compromiso en la tarea de formación de jóvenes con el objeto de contribuir a la creación de una sociedad más justa y solidaria, pluralista y democrática.
Concebimos la educación como una pedagogía del encuentro, como un proceso generador de acciones que respondan a valores sociales como la libertad, la justicia social, la tolerancia y la solidaridad.
Creemos en el saber como búsqueda de la verdad y de la comprensión y que, en el ejercicio de una libertad responsable y la autodisciplina, se construyen los caminos para una convivencia armónica y justa.
Educamos en un ambiente en el que se evidencian el acompañamiento, la escucha y el compromiso de todos con los problemas sociales, afectivos o de aprendizaje que se presenten.
Privilegiamos una formación integral orientada hacia el pleno desarrollo de nuestros alumnos como personas que se desarrollen de acuerdo con los principios que sostenemos y jerarquicen en sus acciones como profesionales los comportamientos prosociales.